Friday, August 15, 2008

La Guerra de las Falacias (o mis quince minutos de fama). II

Scam Wars, or the ability to proclaim myself a true imbecile because of the terrible sense of uncertainty culture provoked on my already overrated ego.


Héctor Rodríguez.



Episodio II


Quiero mi Facebook!

Comprendo que cuando escribo sobre este trauma mío aspiro generalmente a leerme o como un elitista, o como un romántico mamón. Querer que la masa agarre el pedo de que su intermitente participación en la red supone una responsabilidad intrínseca es una pinche utopía, pa acabar pronto.

Es como si me pusiera el traje de ortodoxo new age que quiere a güevo imputarle a la Internet una función social y una pedagogía específicas. Esa madre esta lejos de suceder pues. Pensaba en una ética idílica del sujeto en relación al uso que hace de esta madre. Puta… si cotidianamente la gente opta por ser infiel, robar, decir mentiras, matar, torturar, gastar el agua, tirar basura… es como querer que todo aquel que usa esta mamada se vuelva íntegro, solo por habérsele dado la oportunidad de ingresar a un mundo desregulado, o mínimamente reglamentado. Si la gente en su vida ordinaria opta por ser una hija de la chingada… ¿como madres siquiera pensar que pudiera cambiar al momento de “conectarse” a la red?

Ok, tal vez es un gasto de energía querer la paz mundial, o que se acabe la corrupción en México, o que a la red accese un tipo de persona en especifico. Sin embargo, ello no me quita el derecho y satisfacción de cagarme de risa de las derivaciones que dentro de este espacio se han desarrollado. En especial me interesan dos: la deformación del lenguaje y las redes sociales.

Todo mundo diseña su propia estadía en la red. Es cagado porque precisamente a través de este relativamente nuevo medio, la raza se ha creado nuevas formas de “estar” en el mundo; al menos virtualmente. La creación de personajes basados en proyecciones del deseo individual es de lo que está atiborrada esta madre. Estamos en la era definitiva del éxtasis, del culto al ego creador de ejércitos internacionales ávidos de tener al menos publicada una de sus mejores fotos, vociferando ese “¡aquí estoy! ¡conózcanme!”, seguido de una corta o larga descripción de intereses y gustos personales que habrían de importarnos a todos, por el simple hecho de habernos topado con su “espacio personal”.

Bien pues tal vez no a todos nos importen los espacios para conocer gente o hacer amigos. Yo de verdad me cago en ellos; me dan risa y tristeza al mismo tiempo. La cuestión es que el perfeccionamiento de las redes sociales en Internet es asombroso. Hay miles de servicios, me da güeva enlistar siquiera algunos, sin embargo quiero enfocarme en uno en especial; el patético “Facebook” El libro de las caras, o la cara en el libro… o mejor aún: el libro para las caras. Órale, creativisimo. ¿Quiere decir que una vez inscrito voy a poder crear un espacio personal para subir mis fotitos y describir mis gustos personales para que mucha gente los vea? No mames que chingón.

Ah, ¡hay mas! Y es que no solo esa mucha gente podrá verme y saber de mi, sino que podré relacionarme con ellos, ¡añadiéndolos como amigos! ¡Así podremos compartir gustos e intereses! No no no no.. ¡¿Hay más!? Puta madre! Podré comentar en sus espacios lo que me venga en gana, y hasta en las fotos que suban! Además podré inscribirme a grupos de gente con mis mismos intereses, compartir mensajes, y lo mejor: podré instalar “aplicaciones” a mi perfil para hacer súper divertida mi experiencia, contestando tests de mil pendejadas ridículas y haciéndome fan de otras mil pendejadas y bueno… horas y horas de ocio inagotable, uuuuuffffffffff!

Me da un chingo de risa como la perrada enajenada le invierte horas a acomodar, adornar y actualizar su "profile" para después interactuar con gente que no conoce en Facebook. Y aquí quiero citar a un muchachón que le ha metido ganas a este asunto de investigar realmente que vergas es esa jalada, y de donde salió. El texto más amplio lo podría compartir con cualquiera que leyera esto y quisiera explorarlo. Hablo del periodista Tom Hodgkinson, quien aportó muchas claves en el diario británico The Guardian el pasado mes de enero. Me quedo con el siguiente párrafo:


“(Facebook) Es un servicio que fomenta el individualismo para mantener un mayor control de la masa. Generalmente hace creer a los imbéciles que ellos son importantes y los lleva a cometer cualquier acto que los verdaderos interesados deseen efectuar sin una participación directa que los implique. Si pongo una buena foto mía con una lista de mis cosas favoritas, puedo construir una representación artificial de quién soy. También estimula una competitividad inquietante en la amistad: parecería que con los amigos la calidad no cuenta y la cantidad es reina. No se necesita mucho cerebro para formar parte del grupo y siempre te incentivan a reclutar más “amigos”. Vales por el número de “amigos” que reclutes.”

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=62959


Ouch. Que bárbaro, no hay que ser muy brillante para darse cuenta de lo que nuestro querido Tom ha explicado con palabras más que adecuadas.

Yo recuerdo que un amigo solía ser aquella persona con la que uno forjaba una relación interpersonal con el largo paso de los años. Una relación inacabable. Una entidad que los cursis a veces terminan por definir como “aquella persona que haría lo que fuera por ti”. Bueno ps las redes sociales se han encargado de darle en toda su madre al concepto de “amigo”. Ahora cualquier hijo de cuico puede ser mi amigo, aunque no lo conozca.

Estos genios creadores de los espacios para hacer “amigos” enfatizaron en la premisa de que si llega un chango a hacerme un request para convertirse en mi amigo, es porque seguramente ya lo es de otro “amigo” mío (por lo que se supone que por asociación tiene todo el potencial para ser mi “amigo” también, jaja), o sencillamente, y según los filtros donde vacié tooooda mi información personal, gustos, obsesiones y demás mamadas, hay enormes probabilidades de que dicho chango y yo seamos compatibles, ya que coincidimos en muchos de nuestros intereses personales.

Puta, ps si todo lo tienen solucionado que no? Es solo que en mi diccionario de definiciones esa jalada que se han inventado los putos creadores de espacios para conocer gente y promover mi jeta, mis fotos y mi mundo personal, no funciona. Sorry, tal vez voy por el mal camino, o soy retrógrada, anticuado o no me adapto bien a las nuevas formas sociales. Igual todas juntas, ni pedo.

Una de las más irrisorias características del Facebook es la parafernalia y publicidad insertada sutilmente en cada uno de los “perfiles” de los usuarios. Una vez que ya les dije hasta como me huelen los pedos (eso sucede al momento de inscribirme, si no cómo voy a hacer nuevos “amigos”!), toda mi información personal sirve, además de para conectarme con otros changos, para bombardearme de publicidad afín a mis intereses. Elegante estrategia; sutil y eficiente.

Otra mas! Las mentadas “aplicaciones”. Puta madre no podrían haber hecho del ocio algo más artificial. Pura puta perdida de tiempo, pura alienación… le envío un “drink” a un cabrón, un “hug” a otro… le digo a fulana que pienso que es sexy, y a sutana que me gustaría acostarme con ella… descubro que según mis respuestas al test, soy super cool como novio, y que en los Simpsons soy Willy el conserje; me uno al grupo de fans de moenia, y reto a mis “amigos” en calabozos y dragones.

Y una vez desconectado, vuelvo a mi trivialidad. No dudo que muchos de los obsesos con su puto perfil de Facebook, a la hora de que abandonan su fantasía y vuelven a su acostumbrada y pesada vida, se sientan solos, incompletos, ansiosos, desorientados y/o vacíos.

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