Tuesday, December 09, 2008

furia contra la máquina.


Yes I know my enemies...
They're the teachers who taught me to fight me;
Compromise... conformity... assimilation... submission...
Ignorance... hypocrisy... brutality... the elite:
All of which are American dreams.

Zack de la Rocha.

Thursday, December 04, 2008

Farabeuf.

Héctor Rodríguez.



Hasta hace poco me proclamaba un abstemio inconfeso del género novelesco. Había algo en la ficción que todavía no terminaba de convencerme, de retenerme hasta la hipnosis. Abrirme a las posibilidades de la novela era una cuestión de escepticismo pragmático, intelectual, hasta que llegó a mis manos una copia de Farabeuf, de Salvador Elizondo.

Farabeuf es un texto críptico, funesto, perturbador, difuso. Su alegoricidad es celular, biológica. Podría antojarse como un texto insufrible al ojo más docto y culto, pero para los que padecemos déficit de atención y ansiedad la neta resulta un martirio ciertamente escabroso en momentos. Y aunque el ejercicio perverso y obligatorio de interpretación insistente al que te exilia este libro masacró mi virginidad de seudo-lector amateur, el masoquismo resultante me pareció sobremanera terapéutico.

Farabeuf es acuoso e hipnotizante. Es el desmembramiento de la identidad; la unicidad; la fragmentación de la temporalidad; la dimensionalidad espacio-tiempo sin límites precisos; la extrapolación; la multiplicidad; la intertextualidad; la interdiscursividad; las posibilidades; la cadencia esquizofrénica; la transmutación más violenta.

Elizondo. Es tan genial que a veces no podía creer lo que leía, como me hizo leerlo... como lo escribió, lo que escribió; ese texto. Está loco. Un ebrio de intelecto. Una efigie. Una pinche deidad temible de las letras que defiende y procura el mito de la cultura cultivada en todas sus acepciones. Un alquimista capaz de abordar cualquier tema susceptible al género literario desde los lugares más brutalmente intelectuales.

Hubo párrafos en este texto donde a güevo tuve que parar para decir, a voz pelona y literalmente: "no mames". Un laberinto necesario a la razón. No sé cuales sean las características del postmodernismo en la novela, pero a mi se me antoja como una evolución fina, elegante, suculenta, sibarita, del surrealismo más cuerdo, por contradictorio que se lea.

Aplaudo aquí pues, a una novela enajenadamente erótica que sobreexpone la figura del paralelismo como recurso vital para su propia narración. Farabeuf es la equivalencia entre la muerte y el orgasmo, el orgasmo como muerte o la muerte como placer. Una apología en varios cantos, con partituras indefinidas pero cuadradas tan perfectamente que terminan siendo ópera.

Bill Hicks, otro héroe muerto.


Héctor Rodríguez.




"We gotta come to some new ideas about life folks ok? I'm not being blasé about abortion, it might be a real issue, it might not, doesn't matter to me. What matters is that if you believe in the sanctity of life then you believe it for life of all ages. That's what I hate about this child-worship syndrome going on. "Save the children! They're killing children! How many children were at Waco? They're killing children!" What does that mean? They reach a certain age and they're off your fucking love-list? Fuck your children, if that's the way you think then fuck you too. You either love all people of all ages or you shut the fuck up."


Bill Hicks



Nunca en mi pinche vida creí poder desarrollar un sentimiento de identificación tan profundamente cabrón con alguien como lo he hecho con Bill Hicks. Uno escoge qué o a quién rendir tributo. Hicks era un genio, punto. A ese güey o lo amas o lo aborreces, y yo decidí desde hace tiempo adorar su maldita y cerebral insanidad. Su verborrea desafiante y atascada es para mis fijaciones misántropas un deleite orgásmico.

Hay algo en su discurso que definitivamente tiene que ser escuchado. Y no lo digo como "güey, escúchate a este cabrón, está chido", sino como una especie de exhorto a consciencia en el que es preciso reparar. No creo haber sido tan acuciosamente sacudido por el arte del satirismo como con las apreciaciones de este librepensador, humorista y crítico social.

Mi primer contacto con la filosofía de Hicks lo tuve a través de la música de Tool, una de mis bandas favoritas (si es que acaso pudiera aplicar con justicia semejante categoría), quienes en su tercer disco, Aenima, le realizaron una especie de homenaje artístico, involucrando algunos de sus conceptos filosóficos en la lírica de las canciones y utilizando sampleos de algunas de sus rutinas mas mordaces en ciertos cortes.

Muy aparte de la marcada y bien documentada influencia de Hicks en bandas como Tool, su filosofía ha inspirado el trabajo de otros proyectos musicales e incluso fílmicos. Grupos de rock como los Super Furry Animals (buenazos) han incorporado a su propuesta sampleos de audio con algunas de sus más ácidas diatribas, como puede escucharse en la versión en vivo de la canción "Man don't give a fuck". "Aparece" además en el álbum "Maim that tune", de la banda Filla Brazillia y en el álbum homónimo de la banda SPA, los cuales están dedicados a su memoria. "The Bends" y "OK Computer", ambos álbumes de la banda inglesa Radiohead también están dedicados a Hicks. Otros artistas ingleses han utilizado sus citas para diversos fines, como es el caso de la banda Shack y su album "Here's Tom with the weather" . (http://en.wikipedia.org/wiki/Bill_Hicks)

En el plano fílmico ha sido citado para dar énfasis a posicionamientos de análisis, crítica y reflexión social, como en los documentales "Zeitgeist" y "Zeitgeist: addendum".

Su interés por cuestionar, desvelar, señalar y ridiculizar los mitos sagrados de la cultura estadounidense se originó gracias al trabajo de gente como Noam Chomsky, Jimi Hendrix, Woody Allen y Johnny Carson, los cuales influyeron de manera crucial en la construcción de su imaginario, convicciones y actitud ante la vida. Lector empedernido y amante orgánico del rock, Hicks evolucionó el arte del humor negro llevándolo a niveles sumamente sofisticados, desbordando en sus actos una voracidad vital e hipnotizante que mas allá de retener la atención de la audiencia como un objetivo en si mismo, estimulaba al acto reflexivo, generando las mas de las veces procesos catárticos que propiciaban reacciones de respuesta a su cavernosa mordacidad.

Es debido a esto que su legado continúa siendo inspiración dentro de diversas áreas del arte y el activismo social, donde se ha reconocido el valor de una lógica preponderantemente humanista en la naturaleza de su obra, no tanto en un sentido altruista o compasivo, sino en uno que bordea las premisas de lo existencial. Esto se hace evidente en la exaltación y obstinación de Hicks al momento de desarrollar sus ideas sobre la responsabilidad y la voluntad humanas; conceptos por demás utilizados para ilustrar como es que debido a nuestra renuncia ignorante a éstos nos hemos convertido en unos completos imbéciles.

Me queda claro que la utilización de estas nociones en el discurso de Hicks generalmente responde a la necesidad de comunicar la decadencia a la que nos entregamos al despojarnos de nuestro libre albedrío sin darnos cuenta. El mensaje final en este sentido siempre sugiere un acto de reivindicación: la necesidad de una existencia humana congruente, justa, inteligente, creativa y sobretodo, consciente.

Esta esencia es lo que lo convirtió en un referente social y artístico obligado en muchas partes del mundo. Música, drogas, aborto, política, guerra, religión, armas, tabaquismo, alcoholismo, publicidad, medios, alienación social, ovnis, pornografía, espiritualidad, economía; para estas materias siempre tuvo un posicionamiento crítico y sumamente creativo; oscuro e instigante hasta la médula.

Junto con George Carlin (otro gran comediante, crítico y ser humano), este fenómeno pasó a liderar mi lista de personas favoritas e intocables en el mundo. Su constante necesidad de hacer evidente la mediocridad, ignorancia, conformismo y vacuidad a la que por pura güeva y placer está sometida la raza quedó constatada en muchas de sus rutinas, tal y como lo prueba una de sus intervenciones por allá de la década de los 90:


"Thank you. How you doing folks? Me too. You gotta bear with me, I'm very tired, very tired of traveling, and very tired of doing comedy, and very tired of staring out at your vacant faces looking back at me, wanting me to fill your empty lives with humor you couldn't possibly think of yourselves. Good evening."


Gracias a la tendencia sociópata y misántropa de su trabajo (incluso llegando a calificar a la raza humana como un "virus con putos zapatos"), es que a Hicks puede calificársele de aberrante, vulgar, estridente e incómodo, pero jamás de servil o estupidizante. Me inclino a pensar que sus actos en vivo eran más bien experimentos pánicos al más puro estilo Jodorowskyano, fundamentados en una suerte de psicología inversa. Su método (si es que tuvo alguno) era caótico y absurdo en momentos, pero nunca vacío. Es por ello que las moralinas excelsas del status quo siguen juzgándolo de manera póstuma como un demente drogadicto. No hay nada más lógico en esta interpretación, y creo que le hace justos honores.

Demente por su excentricidad y estridencia; por su honestidad brutal y perspicacia. Drogadicto porque jamás ocultó sus adicciones al alcohol, tabaco, alucinógenos, marihuana y LSD, las cuales, segun el propio Hicks, abrieron su percepión al máximo. Merecidos decoros pues, nada de que asustarse.

Mas allá de las sentencias que se le pudieran imputar por las razones que fueren, en lo personal sigue resultándome seductor cómo el discurso iluminado de este hombre siempre será susceptible de convertirse en un atentado funcional, según se le utilice. Y es que la inteligencia incisiva de sus enfoques sobre prácticamente cualquier situación puede llegar a trasladar de la indiferencia a la indignación en segundos. Esta es pues, la capacidad de corroer a través de un humor maldito.

Creo que el hecho inexpugnable con el que me quedo de éste profeta tardío es la incuestionable vigencia de su pensamiento: casi cualquier cosa dicha o desarrollada por Bill Hicks hace mas de una década puede ser citada o utilizada para aludir a situaciones actuales. Esto es aún más sorprendente cuando nos percatamos de que la aplicabilidad de sus teorías y conceptos a las diversas crisis que actualmente experimenta la humanidad, jamás solicitará de actualización alguna, por la sencilla razón de la sabiduría y pertinencia implícitas con las que fueron formuladas.

Precisamente en este hecho de su vigencia transhistórica es que el basamento fundamental de su filosofía funciona, interpela, inspira y enchina el cuero.



Bill Hicks. Otro héroe muerto.



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Por favor, si alguien leyó este post, entonces hagame el chingado favor de ver este video:

Bill Hicks: drogas, músicos y el diablo (parte 2)

Esta es la prueba virtual y fehaciente de que este cabrón simplemente rockea.


Aqui mas videos de Hicks:

Bill Hicks con subtítulos