Saturday, August 30, 2008

La Guerra de las Falacias (o mis quince minutos de fama). VI

Scam Wars, or the ability to proclaim myself a true imbecile because of the terrible sense of uncertainty culture provoked on my already overrated ego.


Héctor Rodríguez



Episodio VI


La inevitabilidad del sociópata controlado (o el gran final de la nada).

Varias líneas atrás comentaba que una de mis dudas centrales sobre todo este pedo, se reducía a entender las potenciales razones por las que la perrada enajenada habría optado por proyectar su lado más trivial, estúpido y banal en la internet. Por ahí mismo me plantee la hipótesis de que seguramente el hecho de un espacio como la web, laxo y de infinitas posibilidades, resulta seductor en este sentido. Explicaba lo anterior, diciendo que existe una flexibilidad implícita e ilimitada en la red para que el sujeto cubra esa rara necesidad de exponer sus ansias aspiracionales de lo que quiere o cree ser, mientras que en el curso de la vida cotidiana, generalmente el mismo chango tiene que hacer el jodido ejercicio de detectar dónde, cómo y cuándo se topa con los límites de carácter moral, legal, y/o social que permean su existencia, para entonces exteriorizar solo ciertos rasgos de su personalidad.

¿Por qué chingados repito todo este planteamiento? Porque ahora mi duda, después de haber reflexionado sobre la influencia de los contenidos en la raza, se orienta a dilucidar si realmente la perrada enajenada tiene la opción de decidir. Existe una contradicción, y esa es la del libre albedrío vs. la manipulación y demarcación del universo de posibilidades donde podemos ejercer esa supuesta libertad.

Y es que tal vez la perrada enajenada no haya optado por ser frívola, superficial y pendeja, sino que sencillamente su condición natural en la vida la arrimó a:

1. No desarrollar intereses mas allá de los que forjaron a partir de la exposición constante a una estupidez construida por terceros;
2. Someterse a una manipulación sutil de largo plazo que les aletargo el criterio y los convirtió en autómatas involuntarios;
3. Exponerse consecutivamente a las versiones oficiales de cómo es que deberían ser sus vidas;
4. Todas las anteriores.

Eso me deja entonces mal parado. No sabría decir en que porcentaje puede ser verdad el hecho de que la banda se vea imposibilitada para decidir genuinamente sobre sus gustos e intereses, o que tanto podría ser que debido al alto grado de influencia al que se ven sometidos por estímulos externos, su voluntad se vea coaccionada dentro de límites estrictamente inerciales. La neta no me voy a meter en esos pedos.

Una vez dicho esto, siento el esfínter ya más relajado. Y no es que todo este choro sobre adolescentes imbéciles, internet, medios, apropiaciones e individualidad me quitara el sueño. Lo que he logrado a través de este texto es construir un espejo donde a través de la confrontación propia y la interacción de ideas se me han revelado algunas respuestas a dudas que ciertamente se antojan inútiles.

Igual todo este documento sobre mis cavilaciones aleatorias alrededor de un tema tan de güeva se hubiera solucionado al decir: güey, la gente que es pendeja, payasa y mamona fuera de la red, también lo es dentro de ella… es la misma mierda; no hay ninguna razón para pensar siquiera que un cabrón faceto o ridículo, que exhibe en su vida ordinaria actitudes apócrifas, se meta a la red a comportarse de diferente manera…

Aquí la única diferencia que se puede prever es que afuera hay más idiotas que adentro… por la sencilla razón de que el número de changos que tienen acceso a la red, es mucho menor. Fin de la historia.

Importe o no esto, me complace el hecho de haber podido llegar a nuevas dudas al menos. Supongo que ello es a lo que aspiraría todo análisis crítico, por más vulgar y campechano que pueda llegar a leerse. Creo que me inclino por la idea final de que siempre, siempre hemos tenido y tendremos la opción de elegir. Ya sea por la inercia del establishment y la ignorancia, o por la exploración y procuración de la inteligencia consciente...

Si no tenemos esa alternativa, no tenemos nada.

Tuesday, August 26, 2008

La Guerra de las Falacias (o mis quince minutos de fama). V

Scam Wars, or the ability to proclaim myself a true imbecile because of the terrible sense of uncertainty culture provoked on my already overrated ego.


Héctor Rodríguez



Episodio V


La cultura, reloaded (o la inercia de una estupidez anunciada).

Le he dado vueltas a toda esta forma de desarrollar crítica sobre algo tan relativo como lo son las formas de utilización y apropiación de la red por parte de un sector especifico de individuo. Es verdad que resulta altamente cuestionable, falible y debatible toda ésta argumentación sobre lo que me ha dado la gana etiquetar como “la perrada enajenada” y sus hábitos, usos y costumbres dentro de la red. Si tuviera que verme más justo y profesional, tendría que ponerme el traje de investigador para ponerle método, fórmula y estructura a todo éste asunto.

Sin embargo, esto no intenta aterrizar resultados concretos con pertinencia académica o trascendencia científica. La parte más débil de esta crítica o análisis o conjunto de reflexiones, o como se le quiera llamar, es la generalización: aquella donde de manera arbitraria injurio abierta y subjetivamente a un grupo de personas que se torna difuso e inexacto. Sé que existe un sector enorme de usuarios (que estimo son en su mayoría adolescentes y jóvenes) que integran el gran grueso del grupo al que dedico esta ópera. Sé también que la red se construye día a día con otro tipo de contenido; con propuestas chingonas; con información sumamente útil; con la creación de nuevas redes que fomentan la participación social, la atención de nuevas problemáticas, sitios alternativos, y una serie de ideas que se antojan frescas, innovadoras y hasta revolucionarias.

No hay duda de la diversidad encabronada de maneras que adopta la raza para hacerse un camino dentro y durante la web. Mientras unos desean ser lo que no son, otros construyen grandes discursos. Me reanimo al entender y asimilar de una vez por todas, que lo que decidimos ser no es más que resultado de nuestra propia capacidad de entender y comprender nuestro entorno. Sé que es una mamada generalizar, e insisto en que el objetivo de este texto no va en el sentido de sentirme o sentirnos "especiales" por querer hacer ostensible la estupidez del fanático de dichos espacios, que a la postre se han convertido en un escaparate de autopromoción. Estoy de acuerdísimo que cualquiera podría abrir un metro para postear una buena foto, sin fines de aceptación social.

Mi hermano menor, Diego, es un acérrimo internauta. Decidí compartir con el un bosquejo de estas reflexiones, para las que tuvo algunas opiniones al respecto:


“Por donde empezar… Pues primeramente jamás se podría negar la completa razón que tienes en mucho de lo que dices, llega hasta ser del tipo gracioso que dices "es que si es cierto".

Pero pues de cierta forma, no estamos viendo nada nuevo... ciertamente el Internet trajo consigo el que el usuario esté creando su propio contenido (lo cual no siempre fue así, sino hasta la llegada de la Web2.0), pero desde hace tiempo atrás, nos han atiborrado de ese mismo contenido mierda y superfluo:

Tenemos a MTV con sus "programas" que ni siquiera tengo adjetivos en mi vocabulario como para describirlos. (O simplemente vete a la televisión abierta). O que tal la revista Eres, o la Quien, o la De 15 a 20, o la Caras, o todas las nuevas que han salido para los Emos. O en la radio tenemos a los 40 principales que son todo un "referente" en cuanto a música se refiere.

No hay medio que se le escape desgraciadamente, pero a final de cuentas, si nos encabronamos tanto por todo esto, pues nos estamos encabronando con puro pinche puberto, porque aunque no es el 100%, si son la mayoría de los que se encuentran dando el uso del Internet tal y como lo describes. Facebook por ejemplo fue creada para usuarios de Harvard, era una red social, si, pero con un tono mas académico enfocado a hacer contactos de la propia universidad, entre otras cosas; después se expandió a Yale y Standford... no es por justificarla pero el que Facebook sea como se conoce ahora es porque Microsoft quiso entrarle a la competencia con Myspace y lo compró... se abrió a todo publico y valió madres. Metroflog de por si es una mierda por si solo, no solo por lo que representa... Fotolog es la misma chingadera pero con mejor interfaz, y aunque la "muchachada" lo use para sus practicas exhibicionistas, si hay usuarios que les agrada la idea de presentar una buena foto al día.

Siempre podemos elegir, yo elijo no entrar a esos sitios (aunque si tuve que entrar a Facebook para contactar a un amigo de Londres que había perdido, aunque suene a paro) y pues así todo eso puede pasar mientras uno es un inocente transeúnte en la red.

Si de gente mierda se puede hablar, es de las poderosas mentes que entran a los blogs a dejar inteligentes comentarios, bajo su mascara de anonimidad. Pero ahora si que aplico la de "pus es como en todo"”


Comparto mucha de la razón de mi carnal, sobretodo en el sentido de que como usuarios de la Internet siempre podremos elegir. En relación a lo que menciona sobre la pobre calidad de la oferta de contenidos en otros medios y la nula novedad de éste fenómeno, tengo que decir que la estupidez en la web sugiere una diferencia fundamental. Cuando las capacidades de la red mutaron hacia la creación de un concepto como el de la Web 2.0, se crea una ruptura donde los usuarios dejan de operar como meros receptores o espectadores, y comienzan a influir sobre el medio, modificándolo. El otrora receptor se convierte además en emisor y desarrollador de contenidos.

La proposición de Diego es que este tipo de “expresiones” que vemos ahora en espacios como facebook y anexas, donde la perrada vierte sus más frívolas preocupaciones, no son nada nuevo, y han venido apendejándonos bajo otros formatos desde medios más tradicionales. Pone de ejemplo a Mtv y a una sarta de revistuchas domingueras. Voy de acuerdo, y me permito ampliar aún más esta idea. Esta claro que es a partir del bombardeo indiscriminado de publicidad y contenido estereotípico a través de la radio, las revistas y la televisión, que el receptor promedio ha creado y pulido los lentes con los que mira el mundo. Sus preocupaciones, sus necesidades, sus aspiraciones y sueños; su capacidad de abstracción en general se ve trastocada a partir de la asimilación de “conceptos” aislados que desde los medios tradicionales, crean simulaciones y adaptaciones espectaculares y falseadas de la realidad. Y es que un gran porcentaje de las cogniciones diarias de un receptor promedio emanan de contenidos que han sido diseñados con la finalidad de descontextualizarlo de su entorno natural.

Esta manipulación se sigue dando, y en Internet ha presentado una derivación sumamente interesante. Ya mas o menos lo traté de explicar líneas atrás: toda esta pinche saturación de información crea en la perrada un sentido urgente de identificación y pertenencia hacia algo, lo que sea; algo así como una una profunda necesidad cultural de sentirse referenciado en cosas, movimientos, grupos, para posteriormente repetir lo introyectado. El flujo o esquema en el que participamos dentro del proceso de comunicación de los medios tradicionales nos supone como entes cautivos recibiendo datos a lo pendejo. Esos datos los replicamos en actitudes e intereses, en la calle o con los compas platicando, o dibujando o que se yo. Igual pueden ser replicaciones estúpidas o superfluas, ególatras o elitistas, con la diferencia de que se dan en el desarrollo de la vida cotidiana, al ir a la escuela o subirse al camión.

La web ha abierto la posibilidad de que tanto la genialidad como la imbecilidad fluyan de nuevas formas y por nuevos canales. El relativo anonimato en que nos tenía la TV, la radio y la prensa en general desapareció. Ahora todo mundo difunde su información, pretensiones, miedos y apegos, siempre y cuando cuente con una computadora y acceso a red. Lo grotesco es que la propensión de las formas en las que la perrada enajenada ha aprendido a figurar en este espacio, es directamente proporcional al tipo de interiorización cognitiva que ha venido realizando de los contenidos que los medios tradicionales le han ofertado durante toda su vida.

Ello ha ocasionado que para la web exista un proceso de reciclaje interpretativo de dichos contenidos. Esa es la gran paradoja de todo este desmadre: miles de vidas sometidas a un apendejamiento unidireccional y acumulado ahora poseen la opción de reproducir, en un medio virtualmente libre de límites y explícitamente interactivo, todo ese capital cultural edificado a fuerza de rutina, a partir del cual observan la realidad transcurriendo sobre una línea recta, ostentando un marca registrada, y desarticulándose exactamente ahí donde se supone que participan.

Monday, August 25, 2008

La Guerra de las Falacias (o mis quince minutos de fama). IV

Scam Wars, or the ability to proclaim myself a true imbecile because of the terrible sense of uncertainty culture provoked on my already overrated ego.


Héctor Rodríguez



Episodio IV


Ser o no ser?... parecer!, ahi no hay dilema.

Yendo aún mucho más lejos, el flaco se tomo la molestia de incluso crear una especie de catálogo sardónico sobre los tipos sicológicos del típico usuario de Metroflog. La neta no tiene desperdicio alguno, y aquí lo transcribo:


El Hedonista: Utiliza este tipo de espacios para transmitir una sensualidad vana… obviamente se trata de un individuo que no encuentra en el “cara a cara” éxito alguno, y por tanto exhibe retocadas sus carencias en fotos y video editados al gusto por algún compa.

El ególatra: No irá a buscar a nadie, por tanto esperará soberbio a que lo busquen y lean lo que ha arreglado para mantenerse popular. Que música oigo, cuales son mis intereses… “vengan aquí hay de todo…” y como el rey del principito espera en su fortaleza de soledad aguantando paciente que llegue alguien a quien gobernar.

El presumido: No le basta salir a la calle a que vean sus pertenencias; tiene las fotos de su nave y su cuarto totalmente equipado, en la red. De esa manera cubre varias zonas y puede dormir tranquilo pues sabe que durante su sueño algún idiota trasnochador esta babeando frente al monitor y firmando su metroflog, tecleando: “estás pesado weeeey… ¿¿¿Puedo ser tu amigo DE AQUÍ???”

El voyeurista: Se encuentra al otro extremo del cable… es objetivo de todos los que tienen metroflog. Navega de sitio en sitio preguntándose como es la vida de los demás. Su madre le habla a cenar y el sólo quiere ver una vida más… cuando los demás se preguntan durante la cena “cuantas firmas tendré recopiladas” el a su vez se impone “antes de la cena tengo que firmar por lo menos 30... Quien quite y hasta 40… ¿¿quien necesita cenar??”

El trans-LUCIDO: Su vida es clara, honesta, sin tacha alguna. Hace caridad y es voluntario en diferentes cuerpos y movimientos. Se le conoce por hacer deporte y vive una vida sana. Tiene el potencial necesario para exhibir su casi perfecta vida. En resumidas cuentas, es el tipo de persona que jamás caería bajo la seducción de un modelo o arquetipo de la magnitud del clásico adicto al metroflog… Por lo que nunca faltará el lambiscón que haga notar que tales habilidades no pueden pasar desapercibidas, y que más gente como él tiene que admirarlas: “a todos les caes bien juanito… yo quisiera ser como tu… deberías tener un metroflog”… “¿y como hago para que me vean?... ¿podrías hacérmelo tu?… podrías poner todas las cosas que me conoces y que sabes de mi… hmm… casi no tengo fotos pero ahorita me tomo unas y me rompo el cuello para que más o menos vean lo que me pasó el año pasado por salvar un perro”. Ahora podemos verlo… su estilo de vida se volvió producto… de hecho otros que querían ser como él ya lo son… gracias al copy-paste y al photoshop.

El boicoteador: No entiende un movimiento social y lo descarta por no ser incluido. Su estrategia es conspirar y encontrar el punto débil del movimiento para disolverlo… su arma es la lengua pues le sobra ya que pocos aprecian su locuacidad. Fue el típico que en las piñatas no quería cantar el “dale dale dale” o que tenía que soplar las velitas del pastel de otro porque veía ridículos todos esos rituales domésticos de “aguevo”… en la universidad arremetió contra los profesores, directores, y hasta la zorra del salón. Ahora podemos verlo intentando condenas contra los que se congregan a “soplar el pastel” con estrategias contradictorias y llenas de hoyos, pretendiendo doblegar el sistema que sólo se caga de la risa de su ingenio balín.


Esto pues, es una mera burla que mas allá de intentar calificar o apuntar con el dedo, busca también el espacio para la auto-critica. Seguramente en alguna de estas descripciones caemos muchos de los que deambulamos por la red, muy aparte de lo que tiene que ver con Metroflog. Yo me decreto oficialmente voyeurista, sin el remate donde buscaría firmar u opinar en el espacio de algún hijo/a de la chingada.

Es mas que evidente que nuestro esfuerzo crítico en torno a este fenómeno es parcial. Observamos un tipo de suceso que se nos antoja indicar como anómalo y lo desarrollamos. Hablamos de “perrada enajenada” y “usuarios pendejos”. Calificamos a discreción. Cierto es que no pretendemos ser íntegramente objetivos; todo el análisis lo basamos en opiniones personales. Sin embargo creemos que hay algo de objetividad en nuestro sentir, aunque al final nos centremos en “el sujeto”.

En lo personal, entiendo perfectamente que espacios como Facebook o Metroflog se originaron por circunstancias materiales muy concretas. Es el ánimo colectivo, inserto en dicho contexto, quien sofisticó el ser y el hacer de dichos espacios. Dice el flaco:

“La misma explotación de estos espacios va a hacer que pierdan seriedad y atención a la larga (creo yo) porque hay cierto irrespeto por la facilidad y lo fortuito del servicio... no hay requisitos... no hay alguna forma de que uno pueda definir con que información se va a topar... y yo digo que en cuanto salga una alternativa más seria, esos lotes virtuales quedarán vacíos... como si fuera una feria abandonada... igual los gifs animados y los videos seguirán corriendo cuando alguien se meta a ver las ruinas del metroflog o Facebook”

Lo que me queda claro en relación a lo anterior, es que la explotación de estos espacios se da por parte de un sector determinado de banda. En el caso de que en esta vorágine de propuestas que es la Internet naciera una alternativa “más seria”, al momento en que se pusiera de moda, este sector determinado de sujetos posiblemente llegaría a banalizarla. Tal vez veríamos la muerte del facebook o del metro, abandonados en su forma y fondo, pero al mismo tiempo veríamos el nacimiento de una idea chida y diferente, que al momento de popularizarse seguramente terminaría igual, o peor.

Ahora, creo que el proceso de “muerte” de espacios como éstos no es tan sencillo. Esta muerte tendría que darse forzosamente por un decrecimiento nominal muy importante en los registros nuevos o existentes de usuarios, lo que pondría en jaque la rentabilidad del servicio, ocasionando eventualmente “la muerte” del espacio en cuestión. Sin embargo, la tendencia nos dice que el usuario de Facebook también lo es del metroflog, y del sexyno, y del myspace, y del hi5. Se trata pues, de pertenecer a las comunidades de moda. A que en la red pueda replicar mi jeta, mi vida y mis afanes exhibicionistas, en diferentes modalidades, por lo que no es necesario darme de baja en un espacio para darme de alta en otro. Esa es otra de las bellezas de este show.

Hablamos en todo caso de la expansión de un sentido de pertenencia. Mi pensamiento es que la perrada enajenada que ya explota estos servicios, no los abandona así nomás. En el caso que habla el flaco, de que surgiera una nueva opción (tal vez con un formato similar pero un enfoque menos propenso a la estupidez o superficialidad (eso es lo que entiendo por “mas serio”)), lo mas natural es que por la inercia de las modas, la masa comience a darse de alta. Una oportunidad más de pertenecer a una comunidad en crecimiento. Una comunidad albergada por un nuevo servicio donde la diferenciación es lo más importante. Las caprichosas leyes de la moda objetarían la necesidad de que este nuevo servicio ofreciera a güevo un contraste, una competencia atractiva con otros espacios similares. Aquí la cuestión es que esa competencia no significaría en lo absoluto que el usuario tuviera que abandonar otros servicios en los que ya estuviera inscrito.

Ahh la magia de la propagación… Y entonces, los adictos a estas madres pueden dar mantenimiento a dos, tres, cuatro o más versiones de ellos mismos, siempre y cuando los espacios que les dan la oportunidad de replicar su vida se mantengan de moda y merezcan la pena de albergar a ese (esos) personaje(s) que en un gran porcentaje creen ser, y aspiran a ser.

Saturday, August 23, 2008

La Guerra de las Falacias (o mis quince minutos de fama). III

Scam Wars, or the ability to proclaim myself a true imbecile because of the terrible sense of uncertainty culture provoked on my already overrated ego.


Héctor Rodríguez



Episodio III


Me firmas mi metrooo?!

Una de las actividades favoritas de todas estas huestes adictas a las redes sociales es la relativa a la imagen. Tomarse fotos. Nada nuevo realmente. Sin embargo, para la perrada enajenada, la actividad de tomar fotos ha perdido mucha de su lógica fundamental; hay en estos cabrones una enfermiza tendencia a fotografiarse hasta cagando. Ahora la semántica de la imagen y el propósito de la fotografía tienen un solo objetivo: hacer alarde. Vale verga el recuerdo, ha pasado a segundo plano, lo de hoy es subir mis fotos a la red pa que otros pendejos me vean haciendo caras, o vestida de zorra antrera, o de macho seductor, o en la escuela pendejeando. Voilá.

La necesidad imperiosa de que los demás “me vean” responde a una clara fijación que está ligada a la autoestima del chango en cuestión. Se fotografían a discreción y someten sus breves capturas a un agudo escrutinio; seleccionan las mejores, esas donde se distinga menos la grasa facial o donde por alguna extraña razón, se vean mejor las chichis. A las morras les encanta lo que una cámara y algo de buena luz pueden lograr con su aspecto. Y entonces se les revuelve el estomago porque se ven taaan bien en esa foto, que es digna de que los demás la admiren para levantarlos del suelo con adulaciones. Pero el pedo es que se ven MÁS que bien. La proyección sicológica que realizan sus cerebros al ver esa imagen donde salen tan espectacularmente les hace desearse a ellos mismos/as. Les obsesiona saber que esos/esas son ellos, no mames.

En los adentros de toda esta tropa dependiente de la exposición social, el miedo al rechazo y a la falta de popularidad tiene por fin una medicina de rápido alivio. Acaban de descubrir que no importa cuan anti-sociales, relegados o antipáticos sean en sus vidas comunes, ya que sus personajes virtuales tienen el grado de aceptación necesario para sentirse bien con ellos mismos.

Cotorreaba con un gran camarada, Ricardo Rivas “el flaco”, sobre toda esta descomposición de la identidad en espacios específicos como las redes sociales. Y es que coincidimos en que no es solo una atrofia identitaria, sino un ensimismamiento enfermizo que redunda en la más ridícula e ilusoria proyección de un yo inexistente. Un “yo” que se aspira a ser… un “yo” fragmentado a priori.

Dice Jaimito cuando se mira al espejo desnudo, después de ducharse: “ya me harté de que la gente a mi alrededor piense que soy un pendejo; me ven gordo, feo y nadie me invita a fiestas”… Al mismo tiempo, Wendy piensa, mientras termina de ponerse cantidades industriales de gloss en sus carnosos labios frente a ese mismo espejo: “uTzz sToii liztaza p lA fieZta… peRo zii mE veO biEn buEna cOn ezztE vestido; me vOii a iEvar mI cAmarA paRa toMarme muChss pIcs con jeSsY, HanNa y Sofi”…

Jaimito y Wendy, por más disímbolos que parezcan entre sí, comparten la misma puta inseguridad, y es que el primero ahora tiene la oportunidad de aspirar a una nueva versión de si mismo, mientras que la otra lo único que necesita es ser ella misma para después virtualizar su mundo “woW” con la única finalidad de extender a otros formatos su popularidad. Ambos necesitan de la atención urgente de los demás para sentirse aceptados. Puta, nada más poético y prometedor.

Ahí, donde la Internet ha creado nuevas posibilidades de interacción y comunicación, es donde la individualidad se arrebata el raiting y compite por su pedazo de gloria transitoria. Y ese estado de cosas es en el que ciertas mafias de inversores han puesto especial atención. ¿De quien es Facebook? ¿De dónde salió? ¿Quien financia Myspace o Metroflog? ¿Quienes y de que forma especifica se benefician de la estupidez de otros? La plataforma desde la que funcionan estos espacios se nutre esencialmente de la desorientación provocada por el exceso de información, las modas y las fervientes ganas de pertenecer a ellas, o a algo: lo que sea.

Un fenómeno similar al Facebook pero enfocado en la recolección de rúbricas ajenas es el Metroflog. Lo que sucede en el Facebook con los “amigos”, sucede aquí con las “firmas” de otros. El esquema es básicamente el mismo, con la diferencia de que el énfasis del Metroflog consiste en que el usuario condiciona sus instintos ególatras al juicio de los demás. “Observa mi foto y dime que te parezco”. Una especie como de catálogo de uno mismo donde lo que más importa es lo que opinan los demás. Al menos esa es la preferencia de uso que se le ha otorgado en lo general.

No dudo del potencial de ambos servicios. Tanto al Facebook como al Metroflog puede orientárseles de diversas formas. El problema no es tanto el formato de ambos como tal, sino el destino final que el usuario le define a estos espacios.

Ricardo “el flaco” Rivas me compartió una serie de ideas sobre lo que el mismo cree que sucede con el chingado metroflog, y por supuesto que me voy a tomar la libertad de citarlo a este respecto:


“Esa gente criticada que antes compraba varios espejos para verse todos los ángulos de sus defectos y virtudes… ahora quizá explota la imagen como una trampa ratonera... La trampa ha sido colocada en espacios como metroflog… y atrae a los incautos que a manera de entregos acuden a firmar la solicitud de aceptación de esta persona que casi chilla cuando encuentra 10 firmas en su perfil, llegada la noche. No sólo fue el reflejo y la apreciación propias sino que como objetos, se someten a votación… que es lo peor que les puede pasar??”


Y si. En este preciso sentido, lo peor que pudiera pasar es, irónicamente... ¡pasar desapercibido! “¡Puta madre, nadie me ha firmado MI METRO!” Esos güeyes que se llegan a ver atribulados por la terrible falta de respuesta de parte del panel enjuiciador, están obligados a ser fuertes e intentar tal vez alguna otra cosa para que su aparador resulte más atractivo a la vista de los demás la próxima vez.

Friday, August 22, 2008

Waking life.

Héctor Rodríguez.



No mames. Mi mero mole. Esto es oro puro nenes. Otra "memorable quote" del profesor de filosofía en waking life. Pinche Linklater, se la mamó con este guión. Pego del IMDB y traduzco.



"The reason why I refuse to take existentialism as just another French fashion or historical curiosity is that I think it has something very important to offer us... I'm afraid we're losing the real virtues of living life passionately in the sense of taking responsibility for who you are, the ability to make something of yourself and feel good about life. Existentialism is often discussed as if it were a philosophy of despair, but I think the truth is just the opposite. Sartre, once interviewed, said he never felt once minute of despair in his life. One thing that comes out from reading these guys is not a sense of anguish about life so much as a real kind of exuberance, of feeling on top of it, its like your life is yours to create. I've read the post modernists with some interest, even admiration, but when I read them I always have this awful nagging feeling that something absolutely essential is getting left out. The more you talk about a person as a social construction or as a confluence of forces or as being fragmented of marginalized, what you do is you open up a whole new world of excuses. And when Sartre talks about responsibility, he's not talking about something abstract. He's not talking about the kind of self or souls that theologians would talk about. Hes talking about you and me talking, making decisions, doing things, and taking the consequences. It might be true that there are six billion people in this world, and counting, but nevertheless -what you do makes a difference. It makes a difference, first of all, in material terms to other people, and it sets an example. In short, I think the message here is that we should never write ourselves off or see each other as a victim of various forces. It's always our decision who we are."

"La razón por la que me rehuso a tomar el existencialismo solo como otra moda francesa o curiosidad histórica, es porque creo que tiene algo muy importante que ofrecernos... Me temo que estamos perdiendo las verdaderas posibilidades de vivir la vida apasionadamente, en el sentido de tomar responsabilidad por quienes somos, asi como por la capacidad de hacer algo de nosotros mismos y sentirnos bien en torno a la vida. El existencialismo es discutido como si fuera una especie de filosofía de la desesperanza, pero la verdad creo que es exactamente lo opuesto. Sartre, en una entrevista, declaro nunca haber sentido ni un minuto de desesperanza en su vida. Una de las cosas que emergen de leer a estos cuates no es tanto un sentimiento de angustia sobre la vida, sino algo mas como una verdadera especie de exuberancia, de sentirte en la cima de ella; es como si tu vida fuera tuya para crear. He leido a los posmodernistas con algo de interés, incluso admiración, pero cuando lo hago siempre me da ese pesado y molesto sentimiento de que algo absolutamente esencial queda excluido. Mientras más se refiera uno de una persona como una construcción social o una confluencia de fuerzas, o como si estuviera fragmentada o marginada, lo que se hace es abrir un nuevo y completo mundo de excusas. Y cuando Sartre habla de la responsabilidad, no está hablando de algo abstracto. No esta hablando del tipo de ser o almas de las que los teologos hablarían. Esta hablando de ti y de mi conversando, tomando decisiones, haciendo cosas y enfrentando consecuencias. Puede ser cierto que haya seis billones de personas en este mundo y contando... no obstante, lo que uno hace marca una diferencia. Hace una diferencia, primero que todo, en terminos materiales hacia otras personas, y establece un ejemplo. En pocas palabras, creo que el mensaje aqui es que nunca deberíamos considerarnos menos, o vernos unos a otros como victimas de varias fuerzas. Quienes somos es siempre nuestra decisión"


Hermoso chingao...

21 Gramos.

Héctor Rodríguez.



He visto mas de un par de veces la segunda entrega de Iñárritu. 21 Gramos se salva no por ser un deja vú de lo que vi con amores perros, sino por la regular actuación de Benicio del Toro y algunos disparos del guión de Arriaga. Pego directo del IMDB la "memorable quote" del monólogo que Sean Penn se hecha al final; la traduzco al español porque no pierde nada de su escencia en la conversión.

Me parece un excelente final... hasta eso.



"How many lives do we live? How many times do we die? They say we all lose 21 grams... at the exact moment of our death. Everyone. And how much fits into 21 grams? How much is lost? When do we lose 21 grams? How much goes with them? How much is gained? How much is gained? Twenty-one grams. The weight of a stack of five nickels. The weight of a hummingbird. A chocolate bar. How much did 21 grams weigh?"


"¿Cuantas vidas vivimos? ¿Cuantas veces morimos? Dicen que todos nosotros perdemos 21 gramos… al momento exacto de nuestra muerte. Todos. ¿Y cuanto cabe en 21 gramos? ¿Cuanto se pierde? ¿Cuándo es que perdemos 21 gramos? ¿Cuánto se va con ellos? ¿Cuánto se gana?... ¿Cuánto se gana? Veintiún gramos. El peso de un puñado de centavos. El peso de un colibrí. Una barra de chocolate. ¿Cuanto pesan 21 gramos?"


...

Friday, August 15, 2008

La Guerra de las Falacias (o mis quince minutos de fama). II

Scam Wars, or the ability to proclaim myself a true imbecile because of the terrible sense of uncertainty culture provoked on my already overrated ego.


Héctor Rodríguez.



Episodio II


Quiero mi Facebook!

Comprendo que cuando escribo sobre este trauma mío aspiro generalmente a leerme o como un elitista, o como un romántico mamón. Querer que la masa agarre el pedo de que su intermitente participación en la red supone una responsabilidad intrínseca es una pinche utopía, pa acabar pronto.

Es como si me pusiera el traje de ortodoxo new age que quiere a güevo imputarle a la Internet una función social y una pedagogía específicas. Esa madre esta lejos de suceder pues. Pensaba en una ética idílica del sujeto en relación al uso que hace de esta madre. Puta… si cotidianamente la gente opta por ser infiel, robar, decir mentiras, matar, torturar, gastar el agua, tirar basura… es como querer que todo aquel que usa esta mamada se vuelva íntegro, solo por habérsele dado la oportunidad de ingresar a un mundo desregulado, o mínimamente reglamentado. Si la gente en su vida ordinaria opta por ser una hija de la chingada… ¿como madres siquiera pensar que pudiera cambiar al momento de “conectarse” a la red?

Ok, tal vez es un gasto de energía querer la paz mundial, o que se acabe la corrupción en México, o que a la red accese un tipo de persona en especifico. Sin embargo, ello no me quita el derecho y satisfacción de cagarme de risa de las derivaciones que dentro de este espacio se han desarrollado. En especial me interesan dos: la deformación del lenguaje y las redes sociales.

Todo mundo diseña su propia estadía en la red. Es cagado porque precisamente a través de este relativamente nuevo medio, la raza se ha creado nuevas formas de “estar” en el mundo; al menos virtualmente. La creación de personajes basados en proyecciones del deseo individual es de lo que está atiborrada esta madre. Estamos en la era definitiva del éxtasis, del culto al ego creador de ejércitos internacionales ávidos de tener al menos publicada una de sus mejores fotos, vociferando ese “¡aquí estoy! ¡conózcanme!”, seguido de una corta o larga descripción de intereses y gustos personales que habrían de importarnos a todos, por el simple hecho de habernos topado con su “espacio personal”.

Bien pues tal vez no a todos nos importen los espacios para conocer gente o hacer amigos. Yo de verdad me cago en ellos; me dan risa y tristeza al mismo tiempo. La cuestión es que el perfeccionamiento de las redes sociales en Internet es asombroso. Hay miles de servicios, me da güeva enlistar siquiera algunos, sin embargo quiero enfocarme en uno en especial; el patético “Facebook” El libro de las caras, o la cara en el libro… o mejor aún: el libro para las caras. Órale, creativisimo. ¿Quiere decir que una vez inscrito voy a poder crear un espacio personal para subir mis fotitos y describir mis gustos personales para que mucha gente los vea? No mames que chingón.

Ah, ¡hay mas! Y es que no solo esa mucha gente podrá verme y saber de mi, sino que podré relacionarme con ellos, ¡añadiéndolos como amigos! ¡Así podremos compartir gustos e intereses! No no no no.. ¡¿Hay más!? Puta madre! Podré comentar en sus espacios lo que me venga en gana, y hasta en las fotos que suban! Además podré inscribirme a grupos de gente con mis mismos intereses, compartir mensajes, y lo mejor: podré instalar “aplicaciones” a mi perfil para hacer súper divertida mi experiencia, contestando tests de mil pendejadas ridículas y haciéndome fan de otras mil pendejadas y bueno… horas y horas de ocio inagotable, uuuuuffffffffff!

Me da un chingo de risa como la perrada enajenada le invierte horas a acomodar, adornar y actualizar su "profile" para después interactuar con gente que no conoce en Facebook. Y aquí quiero citar a un muchachón que le ha metido ganas a este asunto de investigar realmente que vergas es esa jalada, y de donde salió. El texto más amplio lo podría compartir con cualquiera que leyera esto y quisiera explorarlo. Hablo del periodista Tom Hodgkinson, quien aportó muchas claves en el diario británico The Guardian el pasado mes de enero. Me quedo con el siguiente párrafo:


“(Facebook) Es un servicio que fomenta el individualismo para mantener un mayor control de la masa. Generalmente hace creer a los imbéciles que ellos son importantes y los lleva a cometer cualquier acto que los verdaderos interesados deseen efectuar sin una participación directa que los implique. Si pongo una buena foto mía con una lista de mis cosas favoritas, puedo construir una representación artificial de quién soy. También estimula una competitividad inquietante en la amistad: parecería que con los amigos la calidad no cuenta y la cantidad es reina. No se necesita mucho cerebro para formar parte del grupo y siempre te incentivan a reclutar más “amigos”. Vales por el número de “amigos” que reclutes.”

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=62959


Ouch. Que bárbaro, no hay que ser muy brillante para darse cuenta de lo que nuestro querido Tom ha explicado con palabras más que adecuadas.

Yo recuerdo que un amigo solía ser aquella persona con la que uno forjaba una relación interpersonal con el largo paso de los años. Una relación inacabable. Una entidad que los cursis a veces terminan por definir como “aquella persona que haría lo que fuera por ti”. Bueno ps las redes sociales se han encargado de darle en toda su madre al concepto de “amigo”. Ahora cualquier hijo de cuico puede ser mi amigo, aunque no lo conozca.

Estos genios creadores de los espacios para hacer “amigos” enfatizaron en la premisa de que si llega un chango a hacerme un request para convertirse en mi amigo, es porque seguramente ya lo es de otro “amigo” mío (por lo que se supone que por asociación tiene todo el potencial para ser mi “amigo” también, jaja), o sencillamente, y según los filtros donde vacié tooooda mi información personal, gustos, obsesiones y demás mamadas, hay enormes probabilidades de que dicho chango y yo seamos compatibles, ya que coincidimos en muchos de nuestros intereses personales.

Puta, ps si todo lo tienen solucionado que no? Es solo que en mi diccionario de definiciones esa jalada que se han inventado los putos creadores de espacios para conocer gente y promover mi jeta, mis fotos y mi mundo personal, no funciona. Sorry, tal vez voy por el mal camino, o soy retrógrada, anticuado o no me adapto bien a las nuevas formas sociales. Igual todas juntas, ni pedo.

Una de las más irrisorias características del Facebook es la parafernalia y publicidad insertada sutilmente en cada uno de los “perfiles” de los usuarios. Una vez que ya les dije hasta como me huelen los pedos (eso sucede al momento de inscribirme, si no cómo voy a hacer nuevos “amigos”!), toda mi información personal sirve, además de para conectarme con otros changos, para bombardearme de publicidad afín a mis intereses. Elegante estrategia; sutil y eficiente.

Otra mas! Las mentadas “aplicaciones”. Puta madre no podrían haber hecho del ocio algo más artificial. Pura puta perdida de tiempo, pura alienación… le envío un “drink” a un cabrón, un “hug” a otro… le digo a fulana que pienso que es sexy, y a sutana que me gustaría acostarme con ella… descubro que según mis respuestas al test, soy super cool como novio, y que en los Simpsons soy Willy el conserje; me uno al grupo de fans de moenia, y reto a mis “amigos” en calabozos y dragones.

Y una vez desconectado, vuelvo a mi trivialidad. No dudo que muchos de los obsesos con su puto perfil de Facebook, a la hora de que abandonan su fantasía y vuelven a su acostumbrada y pesada vida, se sientan solos, incompletos, ansiosos, desorientados y/o vacíos.

y a propósito de meta-críticas...

Uta, excelente vínculo me pasó mi carnal, solo como complemento a todo este choro que me cargo contra las redes sociales... no más preámbulo:

Amor de Facebook…



Es real. Hace unos minutos, en el peripatético ‘cuarto de ladies’, escuché esta conversación entre dos chicas ya medio lagartonas.
La peliteñida le decía a la otra peliteñida…
“Él fue quien me deslinkeó de Facebook, de pronto apareció en mis notifications la frase “Arturo is now single” con el corazoncito roto y todo. Casi me da un infarto. Pero me quedó claro, ya valió todo”.
La amiga, con un gesto de verdadera indignación le dijo…
“¡Qué poca! No es de hombres cortarte en Facebook, mándalo a la chingada de la misma forma”.
Peliteñida 1…
“¿Y eso se puede?”
Peliteñida 2…
“Seguro, busquemos la aplicación”… (Se van las dos sonando los taconcillos, tac tac tac tac…)
Por si se habían preguntado si alguien se toma en serio esto de las redes sociales.
Mua!

Sunday, August 10, 2008

La Guerra de las Falacias (o mis quince minutos de fama). I

Scam Wars, or the ability to proclaim myself a true imbecile because of the terrible sense of uncertainty culture provoked on my already overrated ego.


Héctor Rodríguez.



Episodio I


La cagante pubescencia y su internet.


Vivan mis incipientes lecturas sobre antropología aplicada. A cada página leída, un orgasmo cerebral asegurado. Mi ímpetu sexual por las mujeres es similar al de mis atormentados rodeos sobre estas cosas raras de la cultura y sus devaneos. En este caso, una vez más vuelve a pulsarme la necesidad de escribir sobre este universo paralelo que es la Internet. Y es que mis obsesiones críticas sobre ésta y los usos y costumbres de la perrada enajenada siempre van a causarme una jodida náusea latente que solo es tratable a través de estas sangronas y virulentas entregas. Me considero un entusiasta natural del análisis pues.

Como siempre al escribir, busco depurarme… y opinar. Me regodeo en mis necedades monotemáticas ya que a nadie busco dar gusto con mis traumas de adulto contemporáneo. Lejos de querer hacerme pasar por antropólogo amateur, opto por ejercer mis dotes de hijo de la chingada profesional; no hay secreto ni truco; no pretendo hacer estudios de caso ni análisis a profundidad, escribo para criticar, para mofarme, para dar paso a la evolución del sarcasmo que tanto me excita y mantiene alerta, consciente y lúcido.

Inicio mi verborrea hipnotizante y belicosa aquí, abriendo de manera obligada un paréntesis para aplaudir una vez mas (y las que se ofrezcan) ese derecho esencial que nos procura este medio; el de crear nuestras propias reglas, nuestra propia constitución, nuestro propio pinche país en HTML, flash, java y lo que venga. Que milagro la pinche Internet me cae. Todo en un mismo medio. Teléfono, radio, televisión, prensa. Todos esos formatos en un solo gran compilador que como herramienta es extraordinaria. Ta bien, soy parte de ese fenómeno y no puedo deslindarme de el por ningún motivo.

Entre todos los pedos que pueden detectársele a un medio como éste, mi favorito es aquel que tiene que ver con su voraz e inexorable potencial de influenciar y modificar nuestra cultura. Las mutaciones y transformaciones de las anteriores formas de estar en el mundo han encontrado en la Internet su espacio. Y es ahí donde se rompió la piñata de las posibilidades infinitas. Yo utilizo la web para… ¿para qué vergas la utilizo? ¿importa eso acaso? De hecho esa pregunta me hace recordar la máxima ineludible que canta: “dime como utilizas la Internet y te diré quien eres”. Y si no existía, la acabo de parir, y no creo que haya algún pedo al respecto, a menos que tenga copyright, ¿right?

So, que bien, que padre, todos utilizando los recursos de la web. Cómo y para qué, es pedo de cada quien. Pero es en el ejercicio del derecho omnipotente que este medio nos ofrece, que preveo un conflicto sumamente estéril, es decir, inútil, pero que de alguna manera trata de plantear un cuestionamiento legítimo.

Existe un contraste entre quienes no tienen ni puta idea de que la Internet les ofrece esta deferencia; este derecho de ser, hacer y deshacer impunemente, utilizándola así nomás, a lo pendejo, y aquellos que sabemos que existe dicha prerrogativa. Para mi la cuestión consiste en saber utilizarla. Ahí es donde me jacto entonces de haber asumido una responsabilidad al estar consciente de ese hecho, en contraposición a esa especie de autismo generalizado en el que se babea, y que construye imbéciles encadenados a la espectacularidad irrisoria y ridícula de un ocio e individualismo exacerbados.

Recuerdo en este momento algunas platicas que he llegado a sostener con un amigo cercano sobre las potenciales razones por las que la perrada enajenada habría optado por elegir los caminos de la centelleante vacuidad en un mundo como el de la venérea Internet.

En un ejercicio de síntesis, nuestras más cerebrales reflexiones apuntaban a que el hecho de un universo sin reglas resulta sobremanera seductor. En un espacio como este, el componente individual se inventa y reinventa; muta y se adorna. Pienso en millones de personas: suicidas, esposas engañadas, adolescentes golpeados por sus jefes, violados, niños ricos de la condesa, clasemedieros aspiracionales, bla bla, me quedo corto; bueno pues pienso en todos ellos encontrando en la red la oportunidad de ser quienes no pueden ser fuera de ella. Es fácil imaginar que dentro de los límites de la cruel realidad, generalmente pasamos desapercibidos; se tiende al anonimato en un mundo atestado de rutinas y barreras morales y legales. Por eso resulta tan atractiva la idea de sumergirse en la virtualidad de la red; aquí no solo puedes ser tú, sino varios “tus”, sin que nadie te esté chingando la borrega; sin que te restrinjan accesos, sin que te silencien el hocico.

Ok. Muy chingón todo, si. Como ya lo mencioné, el pedo es el abuso. Me caga la madre leerme paternal, pero a final de cuentas estoy convencido de que en cualquier ambiente carente de reglas debería existir un equilibrio. Jamás estaré en pro de que se regule un espacio como la Internet, sería una reverenda mamada y ciertamente perdería su encanto esencial. Como ya lo he dicho en anteriores ocasiones, tengo demasiada fe en la humanidad, por más que me cague en ella la mayoría de las veces. Es por esa fe que creo que existe la posibilidad de que las cosas puedan ser de otra manera. Caigo en la categoría del idealista necio y amargado, si pues. Anyways.

Pienso en cómo la perrada enajenada esta acostumbrada a las reglas, y a romperlas. Existe una dependencia tácita e histórica a la regulación de nuestras vidas. Y ello nos ha llevado como especie a saltarnos la valla, sea de manera insolente o engañosa. En Internet, dado que no existe un marco regulatorio explicito, el “usuario” se torna cínico, falaz, valemadrista, incluso hasta llegar al punto de la anarquía.

Pero no se necesita tener la malicia de un ocioso hacker para ser un anarco o un ciber-pendejo. Los pendejos generalmente lo son a voluntad, eso es lo mas valioso con lo que me puedo quedar de un autentico pendejo. Y de eso es de lo que está atestada esta madre. Ese es mi prejuicio, lo reconozco. Es como si quisiera que la puta red fuera un espacio de seres altamente pensantes, conscientes, éticos, creativos y propositivos. No digo que no los haya, solo pienso que son los menos. Pero igual, si yo utilizo este espacio para quejarme de cómo lo usan los demás, a los demás les vienes valiendo verga. ¡Y está bien! Está bien porque no intento cambiar nada… al menos no intento persuadir o comenzar campañas de cómo “utilizar productivamente la Internet”. A final de cuentas, si quiero que la perrada enajenada cambie su modelo de pensamiento, estoy frito.