Wednesday, February 06, 2013

Jamás, nunca, nada

Habitemos esta isla, porque hemos nadado insondables charcos y ya estuvo bueno.  Hemos braceado olímpicamente contra la muscular tromba que es el choque con el otro, el descubrimiento, el experimento de la intimidad compartida, y la neta es que no hay tormenta más innecesaria que la del canon social entre un hombre y una mujer animados por la más burda de las biologías.

Las matemáticas de la atracción son así: brutas, obvias, animales, y así debieron haber permanecido.  Ahora sabemos que el solo hecho de la atracción no es suficiente para terminar cogiendo con la única finalidad de reproducirnos, nel.  Esa condición natural yace en la última fila de la carpa que es el circo de las relaciones.  Incontables años ya de moldear el más sofisticado de los montajes, de preparar actos anclados a impresiones; de ser otras personas, de esforzarnos por cautivar a ciegas, a lo pendejo, atinándole.

Cierto es que esto es así y que las nociones, posturas, impostaciones, guiños, roces, y frases extraídas de películas y libros, son credo.  Por eso ansío que habitemos esta isla, porque hemos cavado incontables tumbas y ya estuvo bueno.  Habitémosla, sin prisas, que no hay nadie alrededor, porque así lo queremos.  Instalémonos; jamás, nunca, nada, ego.