Thursday, July 02, 2009

la real politík.



Política, el asco latente. Mi circunstancia laboral no me permite vacacionar ni un segundo del desvarío colectivo que la real politík provoca en las vidas de miles de primates adoctrinados que gustan de la mueca vacía al tratar de defender o promover cosas que les vale madre tratar de comprender a fondo. El fenómeno local es particularmente indignante, aunque divertido. Ahora no voy a entrarle a críticas pormenorizadas, ando como dopado desde hace semanas ("como" dopado, nótese) tratando de reinventar mi personaje en varios sentidos; uno de ellos, el actitudinal. Además, enojarse por estas cosas es casi inútil; el aldeano no tendría porque recriminarle al bufón su capacidad para el autoridículo. Creo, como leí por ahí en palabras de un columnista cuasi-zurdo que parafraseaba a Silva-Herzog, que la sociedad colimense (y mexicana, por qué no?) es una de derecha: dogmática, inerte, conservada en almíbares anacrónicos.

En fin, hay mucho de donde asirse para el análisis y crítica de la tragicomedia política local y nacional. Considérome más como el güey al que le da vergüenza ser parte de un pueblo masoquista y aficionado al apendejamiento a priori y a posteriori y ad infinitum, a gusto y modo. Votar cada tres años por lo mismo nunca ha sido opción. En un país dominado por un sistema de partidos jamás las habrá. Por eso me convence la idea de anular mi voto (y que quede claro que ni soy de los que se desgañita por promover dicha acción).

Hay razones de sobra para votar, como le leí a David Chávez en su "personal message" de messenger, por Michael Jackson este 5 de julio. Marco Rascón, columnista semanal de la Jornada, luchador social e implacable crítico del circo político nacional (alguien recuerda a "superbarrio?), nos da cinco argumentos para hacer efectiva nuestra incredulidad hacia lo que nunca ha servido:


“Primera. Anular el voto es ir a votar por una opción precisa: reformar. Votar nulo, incluyendo votar por candidatos independientes (se consideran votos nulos actualmente), es regresarle el valor al voto ciudadano, contra el voto clientelar y corporativo. Es dar continuidad a la fuerza ciudadana que hizo posible reformar el viejo régimen electoral. Votar nulo es contrario a la idea de que el IFE es algo acabado. Votar nulo es abrir el sistema electoral a candidatos independientes, obligando a reformar a los partidos mismos y dar mayor legitimidad a las elecciones.

Segunda. Anular el voto es manifestar que no hay opciones políticas de fondo. Que las opciones que se presentan como diferentes no salen de los lugares comunes y que las propuestas firmadas ante notario son ingenuas, por decir lo menos. Anular el voto es igualar a todos, cuando ellos se piensan diferentes. Votar nulo es el fin de las formas actuales entre partidos que luchan para ver quién es peor. Es el final de votar ‘por el menos malo’ y empezar a exigir votar por el mejor.

Tercera. Este 5 de julio las elecciones federales, municipales y para gobernadores están viciadas de lo mismo: sus candidatos son reflejo de los vicios de la partidocracia. Los próximos legisladores y gobernantes se deberán a los partidos, no a los electores.

Cuarta. Votar nulo alienta la política contra la apatía y el escepticismo. Es hacer de la protesta la construcción de una propuesta. Es anticiparse a una debacle electoral en 2012 y repetir la paralización que vivimos ahora.

Quinta. Votar nulo es, por tanto, impulsar la participación ciudadana como algo prolongado y no acabado. Es ejercer la política y la democracia de abajo hacia arriba.

Hoy el sistema electoral nos puso una boleta de opciones que son insatisfactorias y reproducen la partidocracia. Anular el voto o votar por candidatos independientes, es una forma posible, mínima, pero posible, para cuestionar y reformar. Nos afecta a todos, solucionémoslo entre todos. Sólo así será democrático el futuro. Este 5 de julio exprésate en los murales de la democracia y graffitea en ellos tu voto”


Creo que este güey, por más retórica que le haya echado al texto, no dice nada nuevo. Todo su razonamiento es un lugar común, una repetición de reflexiones emanadas de la acción de "darse cuenta", de la consciencia, del engranaje que nunca ha sido puesto a funcionar. Tiene que ser inspirador de alguna forma, porque se supone que una parte de nosotros está "harta" de la misma mierda de siempre. Y la misma mierda se define como una clase política que no representa el interés colectivo, que no tiene porque rendir cuentas claras, que no acepta el referéndum y el plebiscito como formas de observación, participación e injerencia ciudadana, y que todavía cree en el "sufragio efectivo, no reelección" como una sentencia inamovible de la democracia, cuando en realidad representa una forma clara de cínica negación a la posibilidad de un electorado habilitado para exigir sin cortapisas el cumplimiento efectivo de los compromisos y responsabilidades conferidos a las investiduras públicas de los elegidos en las urnas.

Esto es todavía peor cuando nos percatamos de los orígenes históricos de dicha consigna, acuñada por "Don" Porfirio Díaz para joderle la borrega a nuestro máximo superprócer de la patria, Don Benito (que en aquellos ayeres anduvo de revoltoso queriendo agarrar viada en el cargo), y que tiempo después el master Paquito I. Madero retomara para criticar a su autor intelectual por andar de manchado haciendo las mismas "cochinadas". Hablando de anacronismos, pues.

Yo estoy harto, pero desde hace un chingo. Hago lo que puedo, cuando me acuerdo, porque tampoco soy un soldado de la ética y la lucidez. No solo harto de la politishit, sino de todo. Hasta de mi mismo, y es entendible. Pero ese ya es otro pedo. Tengo tres días para ponerme creativo en la selección de mis candidatos nulos. Estaba pensando hacerles homenaje póstumo a espectrito y la parquita.


Será?