demos, kratos.

Tengo un carnal super new age. Me late porque la forma en que ha venido involucrándose con los diferentes temas que definen la supuesta corriente no raya en lo doctrinario. Podría mas bien describirlo como un raver con actitud setentera que ha encontrado cierta inspiración en temas que tienen que ver con el despertar de la consciencia, la paz y el descubrimiento de cómo es que funciona y está construida la realidad en sus diferentes niveles. Hay que desarrollar cierta sensibilidad para clavarse en esos rollos ciertamente. Me late más aún porque creo que su exploración se encuentra basamentada en una serie de valores fundamentales muy chidos. Los cotorreos que he logrado sostener con el generalmente derivan en precarísimos intentos de análisis antropológico. Hace poco me preguntó mi opinión sobre su intención de crear un "canal" dentro de la plataforma social más jodida de todas -facebook-, donde pudiera comenzar a difundir una serie de informaciones relativas a su interés por todos estos rollos de reivindicación de la consciencia. Su pregunta fué más en el sentido de saber si no se iba a ver medio grillero o persuavisvo-chafa-light con su intención de invitar a la raza del facebook a participar en ese "canal". Le respondí que si el estaba convencido de lo que quería hacer, no tenía porque vergas importarle la opinión de los demás. La "forma" en que los potenciales receptores pudieran reaccionar ante su iniciativa no iba a ser problema de el. A final de cuentas, podría pensarse que un foro para estimular el debate de ese tipo de temas en facebook es tiempo perdido. Ahí la gente quiere compartir sus putas fotos y piterear a gusto sin pensarle demasiado. Sin embargo, como le dije a mi carnal, la sola idea de aprovechar el facebook para difundir entre la perrada estas ideas tiene un chingo de merito. Con solo un solo cabron que pudiera resultar interesado, habrá logrado algo.

Hoy propuso en uno de los foros de debate de su recién aperturado canal el tema de la democracia. Qué vergas es y para qué sirve. Posteó la definición técnica publicada en wikipedia y abrió la sesión. Me pidió de favor escribir algo al respecto (un párrafo con lenguaje digerible pa la raza encandilada). La idea era hacer una minicrítica sobre el papel del gobierno en este sentido, exhibir un poco el mito alrededor de la acepción, y hacer una reflexión de como nosotros como sociedad podemos colaborar hacia una nueva práctica democrática.

Ni fué un párrafo ni creo haber cumplido con lo del lenguaje tan digerible pues, e incluso reciclé un par de ideas y convicciones muy básicas que ya había posteado aquí en algunos otros textos. Son realidades que no pueden dejar de mencionarse y recordarse, por eso insisto en ellas, además de que se vinculan perfectamente con el tema.

Aquí mi colaboración. Chido carnal!




"El poder del pueblo, para el pueblo".

Etimológicamente, la palabra “democracia” sugiere una simetría perfecta. En el terreno más filosófico, el concepto trata de definir un sistema de organización de Estado, donde la participación plural en igualdad de condiciones ante la ley es la que define las acciones y rumbos de la esfera social en el contexto más amplio, a través de mecanismos de representatividad. Sin embargo, la conceptualización del vocablo ha sido sobreexplotada en este sentido. Hoy, la democracia se subasta como un artículo de lujo; una finalidad aspiracional; un afiche mediático que se parafrasea a la ligera y se absorbe sin pensar. Como sociedad, hemos de darnos cuenta que los gobiernos de los países que se autoproclaman democráticos han optado por sustraerle la escencia al concepto, convirtiéndolo en producto vacío de marketing político. Basta prender la televisión, escuchar la radio, leer los inteligentísimos slogans de la publicidad impresa inacabable, así como las fecundas declaraciones de nuestros políticos simulados, para darnos cuenta que nuestra “democracia” se ha convertido en retórica falaz; en palabra sin sustancia que adorna discursos e ilumina senderos estrictamente vinculados con poderes cupulares. Es preciso entender que dentro de la lista de prioridades y pendientes de la agenda nacional, al menos en México, la democracia queda escrita con lápiz, hasta el final, totalmente deleble y suceptible a ser reescrita de la misma forma, a placer de conveniencias y oportunismos. Es necesario comprender también que el gobierno, dentro de su papel como rector y administrador de la vida pública, falla en el capítulo mas importante, fungiendo mas como obstáculo en torno a la tarea de estimular y generar condiciones materiales de correspondencia y consonancia en pro de una convivencia social armónica e igualitaria. Los gobiernos venden democracia; ofrecen la idea de una democracia manufacturada en despachos de publicidad, por gente que no entiende ni le importa saber ni madres al respecto. No existe democracia cuando observamos que la política no es ya más un oficio, sino un negocio. No existe tal cuando desde abajo nos damos cuenta que nuestros “representantes” en los tres poderes mantienen secuestradas las instituciones supuestamente creadas para el beneficio social, haciéndolas inoperantes y concentrando la riqueza en solo unos cuantos. No hay democracia cuando vemos cómo los gobiernos dejan de funcionar como tales para convertirse en agencias de colocación; cuando observamos cómo desde el marco de una supuesta institucionalidad, se facilita la coerción para el mantenimiento de oligopolios donde el mercado pasa a ser propiedad de unos cuantos rentistas que exprimen al consumidor a través de cuotas mezquinas. No hay democracia cuando observamos indignados los montos a los que ascienden los sueldos de los ministros de la suprema corte; no la hay cuando gracias al pago de nuestros impuestos se financia la existencia de partidos políticos, sindicatos, y organizaciones apócrifas que solo velan por sus propios intereses. No hay democracia. Necesitamos un cambio de actitud. La pasividad es nuestro peor cáncer; el peor de nuestros males. Debemos re-apropiarnos del ideal democrático, ejercerlo a plenitud y con conocimiento de causa. Es preciso hacer operativa nuestra indignación y comenzar a apostar por un modelo de vida no fascista. Empecemos reconociendo nuestra propia tendencia hacia la arbitrariedad. Cambiemos. Cedamos el paso en la fila a los que llevan prisa. Reconozcamos los derechos de los demás sin anteponer nuestro interés individual. Abandonemos los privilegios patrocinados; desconozcamos la extorsión disfrazada, el racismo de élite; la discriminación y segregación voluntariosas. Devolvamos lo que no es nuestro. Renunciemos al elitismo o al escalafón; despojémonos de la idea de que solo a través de la transa se avanza. No se trata de ser iguales ante una ley parcial, sino de promover la simetría dentro de la diferencia; esa que nos hace diversos y que nos enriquece. Produzcamos la menos basura posible, monitoreemos y reduzcamos el impacto de nuestra propia huella ambiental; inyectémonos de consciencia, porque solo así podremos preciarnos de nuestra humanidad; solo así podremos aspirar a una verdadera democracia en nuestra interacción con la realidad. Volemos.