Saturday, August 04, 2007

El baúl.

a Marie Virginie.

Héctor Rodríguez


Usted en efecto puede poner su cara en mi pancita. Ahí resguardará del frío, del calor, del sudor, del escalofrío, de la lluvia y la sequía, todo junto y nada en lo absoluto. Dicen que mi pancita es su casita, su cueva, su choza, su cabaña, su hogar, su guarida, su bodega, su espacio para meter su carita cuantas veces quiera y requiera, demande, exija, pida, solicite, reclame y ordene. Una vez con su carita en mi pancita todo será mejor. Será bello tal vez, oscuro tal vez, blando tal vez, calientito tal vez, algodonado tal vez, soporoso tal vez, carnoso tal vez, lindo de seguro, rico de seguro... será la experiencia que querrá usted, señorita turrón, volver a repetir indefinidamente, hartas, muchas, demasiadas, infinitas, inconmensurables veces hasta perderse, ahí, si, en mi pancita. Le recomiendo antes de abordar semejante empresa, investigar las consecuencias de hundir su carita en mi pancita. Hundir es introducir, meter, sumergir, empujar algo, una cosa tal vez, hacia lo profundo... las profundidades de un espacio, que en el caso preciso que nos ocupa, es la panza... no, mi panza, que la verdad no es panza, sino pancita. No me gustaría que se confundiera, recuerde que de lo que hablamos en este momento que usted lee, es de mi pancita, no de cualquier panza. ¿Le comenté de investigar las consecuencias de hundir su pancita en mi carita? Lo sabía, ahora está usted confundida. Pero tema no más, que en este instante solucionaremos ésta terrible confusión que debimos de evitar a toda costa para el claro entendimiento de las partes que al presente somos usted y yo; yo y usted y nadie mas. No mencionemos entonces que la hubo, solo recordemos que hoy, este día, estamos aquí para hundirnos, sumergirnos, profundizarnos en la panza, que aunque no debiera ser llamada así, así se llama, aunque no la mía, porque la mía es pancita, mi pancita, su pancita, nuestra pancita. Y entonces, ¿ya sabe de las consecuencias de hundir, meter, introducir su carita en mi pancita?? ¿Ya ve? ¡¡Sabía que lo solucionaríamos!! Ahora ha dejado de estar confundida y está preparada para poner, colocar, situar, asentar, emplazar, instalar, si, su carita, en mi pancita. ¿Vio las consecuencias? Las sufrimos sin darnos cuenta. Colocó, mas no hundió. Instaló, mas no sumergió. Emplazó, mas no profundizó. Situó, más no metió. Que terrible. Creí haberla advertido de los riesgos... tal vez fue demasiado tarde… o tal vez no leyó a tiempo. O no escuchó. En efecto no pudo haber escuchado porque la realidad es que no estoy hablando... aunque anteriormente haya dicho que de algo hablábamos, creo que la verdad nos indica que solo escribo, y solo lee. Cualquiera que haya sido nuestro error, sentí rico. Su carita en mi pancita fue perfecta, sin error, sin fallo, sin falta, sin culpa, sin caída, sin traspié. Solo usted, su carita, yo y mi pancita. Cuatro entidades que parecen separadas y que no lo son. Nunca lo fueron. Nunca lo han sido. Porque somos usted y yo, solos. Uno.

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